noviembre 03, 2005

Cucarachas vip

Es una lástima confiar en los espejos. Pero peor es no creerle a las cucarachas. Confío en que hay un sudor en cada uno cuando crujen-cantan abajo de la suela. Entonces, esto iba porque me encontré al fumigador en el bar. Tenía los párpados hinchados, no por el alcohol. Esta vez estaba mirando el mantel en vez de la luna, por eso tuve que entrar al bar, por eso le apoyé la mano en la espalda antes de saludarlo. Cerró los ojos para terminarse el vaso y después me reconoció. El jueves pasado había sido la primera vez que me hablaba del laburo: que había estado en lo de una veterana que tenía las gambas de Kournikova y que le había recomendado fumigar la cocina sólo para junársela mientras ella tapaba las frutas con repasadores. Pero esta vez no habló de la veterana. Ni siquiera puso cara de imbécil.
Las cucarachas no buscan el parquet lustrado. Supongo que confían más en su sombra que en su reflejo, pero debe ser un instinto de supervivencia. No interesa. Esto venía porque el fumigador aplastó la lágrima con el puño después de que cayera sobre la mesa. Entonces dijo que tenía miedo a los espejos, que ni siquiera se podía acercar al mar. Entendí por qué no me hablaba a los ojos.
Las mariposas también se alejan. No es asunto de cucarachas ni de insectos. Pero el que asesina mariposas dicen que tiene el corazón oscuro. No sé qué tiene que ver con los espejos, pero el fumigador lo supo unir todo, siempre apuntando la nariz hacia al mantel, sin que las palabras se le mezclaran en el vino o el vino en las palabras; da lo mismo. Después dijo que no habíamos aprendido a convivir con los gusanos y que el mal ya estaba hecho. Entonces volvió a golpear la mesa.
Las alfombras rojas son sólo un problema de especie. No es su color el que divide las sangres, ni la actitud de los pasos que la pervierten; es una lucha ser a ser en paz. Entonces, el fumigador dijo que éramos cucarachas vip. Qué nos diferencia: un par de sábanas para esconder la piel, el licor parisino para tragar mejor la noche, un cerebro que no entiende un corazón, dedos prontos para el gatillo, pies para hablar del amor arriba de las flores, una cárcel para aprender a rezar, sopa de letras, petróleo y veneno, bodyart, containers de basura, limusinas y water closs.
Las cucarachas son la contracara de nuestras besos en el espejo. Por primera vez el fumigador soltó el vaso y apretó sus manos con misericordia: Pero saben disfrutar de ser el bicho horrendo que nos da belleza, de crujir debajo de las alfombras rojas, de ser la víctima de nuestro diablo natural, de correr, escapar y terminar la procesión enclavadas en nuestros pies. Y no importa la muerte (la llevan atada como una cicatriz de su nacimiento), importa el sudor en cada uno cuando crujen-cantan abajo de la suela.