junio 29, 2010

VICENTE BASSO MAGLIO: Claridad difícil


Dejo lo poco que he encontrado de Vicente Basso Maglio (*), un poeta, dramaturgo ensayista y periodista de la llamada “generación del 20” . No existe, sin embargo, demasiada información de este poeta que fue una influencia de grandes artistas como el flaco Zitarrosa y Salvdor Puig entre otros y a quien Felisberto Hernández le dedicara el cuento “La piedra filosofal”. Con el flaco se conocieron trabajando en la emisora CX14 «El Espectador», de la cual Basso Maglio había sido uno de los fundadores. En ese entonces Zitarrosa leía los editoriales que se emitían diariamente bajo el rótulo «Opina el Espectador», redactados por Vicente. Hasta que el 31 de agosto de 1961 la Dirección decidió que Basso Maglio no escribiera más a nombre de la emisora. En el curso del mes siguiente el ex-responsable de los editoriales fallece y su portavoz es cesado. La encendida defensa pública que Zitarrosa efectúa de su proveedor de textos le cierra una puerta y le abre otra. Aquel alegato a favor de Basso Maglio llega a ser valorado como «una carta llamativamente bien escrita» que sólo podía provenir de «un periodista en agraz». Efecto final: el locutor de «El Espectador» se convierte en colaborador del semanario «Marcha».
En un entrevista que se le hace a quienes trabajaron en Radio “El Espectador” Raúl Barbero cuenta que Basso Maglio con su seudónimo "Pocas Plumas", que utilizaba para el radiodiario de El Espectador, tomaba la actualidad de una manera finamente irónica y mordaz y la ponía en labios de Varga Guillín, un famoso genovés caricaturizado nada menos que por don Lorenzo Balerio Sicco, una gran personalidad de la radiodifusión uruguaya. Los comentarios políticos del día se hacían en esos diálogos un poco cocolichescos de Basso Maglio.
Además, Basso Maglio tenía una personalidad poética formidable, participó de todo el movimiento de los años 20 que, entre otros, venían comandando Juana de Ibarbourou y Julio Casal. Era una figura formidable, un intelectual de primera fila, pero que tampoco le hacía asco a ir de repente a transmitir por Radio Sport desde el Estadio Centenario los avisos de un partido de fútbol, una cosa inexplicable. Se reía un poco de las poetisas, como lo hacía Alfredo Mario Ferreiro, quien dijo que en el año 30 el movimiento cultural de Uruguay era tan grande que solamente en la Intendencia había 5.000 poetisas empadronadas. Con esa misma broma participaba en el fichero de avisos en las transmisiones de fútbol; hay fotografías donde está él al lado de Lalo Pelicciari: Lalo transmitiendo el fútbol, el comentario a cargo "Wing" y la publicidad a cargo de un poeta de la década del 20.

Una anécdota que muestra la irreverencia y la lucidez de Basso Maglio es la que cuenta Walter Alfaro en la misma entrevista mencionada. Parece que a Basso Maglio se le ocurrió traer a las teletipos adentro del estudio. El gerente de la United Press le decía: "Eso no se hace, no se puede hacer, no lo hace nadie". Insistieron tanto que, con la complicidad de ese mismo gerente pero sin avisar a la agencia, se llevaron la teletipo adentro del estudio y desde allí se transmitía en directo ni bien llegaba la noticia. Lógicamente, el gerente tuvo que informar a la central y ésta descubrió que era un gran sistema, e inmediatamente desparramó teletipos en las emisoras de radio de los Estados Unidos. Esto nos hizo ser los pioneros en este asunto a nivel internacional.

Más allá de todo esto, lo que me resultó interesante de la obra de Basso Maglio es su visión crítica del arte. Sé que hay cierta rotulación del arte que no es demasiado sana para algo tan conceptualmente complejo, pero creo, de alguna forma, intenta abarcar un punto medular de cualquier discusión seria que torne en base a la dicotomía arte-no arte (y debería entrecomillar esta gran binomia). Los fragmentos que cito son del libro “La expresión heroica”. Creo que el título es muy acertado, sobre todo si lo tomamos desde el concepto más jungiano de la heroicidad:

CREACIÓN Y SIMULACIÓN
Ser difícilmente claro significa no reconocer en nosotros la placidez obediente de las formas que se devuelven acariciadas y no desenvueltas, que se devuelven "brillantes" y no "resplandescientes", de tal manera que esas formas estarían tan recortadas de la realidad, que nos permitirían superponerlas al nivel exterior para comprobar que fueron obtenidas con quietud, eludiendo la depuración, porque lo fácil es eludir la expresión verdadera y lo difícil es desengañarse frente al hacinamiento de las fórmulas.

Claridad fácil, maestría del cuerpo; claridad difícil, maestría del espíritu...!

En estas dos posiciones se colocan la simulación y la creación, la "literatura" y el arte y, si hay una claridad difícil de gozar y una claridad fácil de gozar y, si crear no es lo fácil sino lo difícil, es indudable que la creación no tiene más que un principio: la claridad difícil; un principio de dolor, una aptitud de sufrir porque nos quiebra las raíces ciegas y nos lleva entre el contacto perdido y la libertad remota.

Y la deducción heroica que destruye la imitación de la realidad, la ficción árida, el consuelo doméstico de los vestidos, es ésta: LA CLARIDAD DIFÍCIL ES LA VERDAD; LA CLARIDAD FÁCIL ES LA MENTIRA.

Queda pues la oscuridad de Mantegna, pero queda abierta y allí, inmensa grieta labrada sobre el mundo falso, está respirando nuestro espíritu inagotable, porque es la oscuridad que se aprovecha para seguir, no una sombra venenosa; la oscuridad en que resbalan ciclos y gira lo infinito, donde se pierde el hábito de la movilidad sin equilibrio -que está entre lo versátil y lo sedentario-, con que pasan las formas fugaces, y se adquiere el sentido profundo de la armonía y donde se perfilan las imágenes sobre la veta pensativa de la unidad; y, queda también la oscuridad de lo artificial, nunca impregnada de las grandes ternuras sino entristecida de lujo, pero, queda cerrada, tan cerrada que irá tomando el espesor de la tiniebla bajo la cual se esparce la descomposición de las máscaras.

Claridad fácil, esfuerzo sin esfuerzos del virtuoso tendido a lo largo de las líneas de depresión del arte; brillo inútil de la limitación; claridad difícil, penumbras de la vida en la expresión pura del arte...!



DIFICULTAD EN EL CREADOR; FACILIDAD EN EL LITERATO

La poesía es un arte hermético porque es divina.
El arte de entrar y salir por el ojo de la lluvia.
José Bergamín

Situado en estos ejemplos vastos de Rafael y Mantegna los conceptos de "literatura" y arte, de lo falso y lo puro, llegamos a afirmar que el arte es expresión cósmica y que la "literatura" es palabra sin planos, -descripción, narración-, cuyo encanto, -no perfección-, es cuando más el estilo por el estilo, tan encanto liviano que podemos desvanecerlo de inmediato si sustituímos la palabra suntuosa por cualquier otra palabra, sin correr ningún riesgo y sin esperar que le infundamos un alma errante y fresca a ese cuerpo dormido bajo el peso sin sueños. Y en el estilo por el estilo, al sustituir la palabra suntuosa por cualquier otra palabra, nunca podrá quedar una forma cálida sino una fosa vieja, porque el espíritu no puede desprenderse de sus formas y porque el espíritu no hace agujeros!

Por eso ha dicho Eugenio D'Ors que en Mantegna se recuerda la prosa de Tucídides, porque aún cuando a la prosa de Tucídides la moliéramos como granos olorosos, siempre nos quedaría la evocación, pues, de otra manera, no se podría explicar cómo Eugenio D'Ors asegura que Mantegna, que pinta, recuerda a Tucídides que labra prosa, anticipándonos ya que dos formas puras de arte contienen una misma verdad.

Para ser fácilmente claros, el procedimiento es, también, fácil. Basta con tomar el signo convencional y mantenerlo y la única posibilidad de no ser bastante fácilmente claros se manifestaría cuando lo desfigurásemos torturando sus límites como hace el que no sabe lo que dice o el que cree que la palabra es lo eucarístico y la deja pasar...

Entonces, los que son fácilmente claros no lo son por ellos mismos como los que se van aclarando en la oscuridad verdadera; lo son porque el signo convencional es ya fácilmente claro y ellos lo toman sin proposición, sin preocuparse, lo toman como término, no como principio, sin más alcance que la superficie, sin más conquista que la copia, en el abatimiento, nunca en la edificación.

Sólo teniendo una mente demasiado torpe, hundida en la opacidad vegetativa, podría oscurecerse la claridad fácil en su repetición de un mundo silencioso.

Y si la claridad difícil no puede brotar del signo convencional tan fácilmente claro que nadie deja de entenderlo, debe brotar entonces de la misma potencia creadora de la expresión del arte; luego, se trata de una claridad difícil o de una claridad sin fin que continúa en una oscuridad palpitante que está en el mismo plano de la claridad pura ya lograda, porque la expresión del arte se devuelve en luz y en intención de luz, en valor total o en aspiración de plenitud y la intención de luz no puede ser sombra torpe y la aspiración de plenitud no puede ser mentira sorda!

La oscuridad palpitante de la claridad difícil es el aire de la libertad espiritual donde gira la creación pura y es más inmensa que el horizonte del mar y la claridad fácil que tiene un agotamiento peor que la muerte, es un cauce bajo donde no se puede arrojar la sonda para levantarla mojada de sombras que viven...


EL SENTIDO LÍRICO

Si la expresión del arte no es reproducción de palabras sino la forma recóndita de lo indecible, si lo indecible ha de ser, elementalmente, el estado de espíritu, será preciso que transformemos la palabra, porque está probado que el signo convencional tomado en la sujección literaria, no saldrá nunca de su limitación y de su falsedad; será preciso que le hagamos recobrar una significación pura que había perdido bajo la helada campana de vidrio que rodea el ambiente yerto de los objetos, ya que el signo convencional no puede darnos más que lo ya dicho y con LO YA DICHO NO SE PODRA JAMÁS EXPRESAR LO INDECIBLE.


A continuación dejo dos poemas suyos que encontré:


LLEGADA A LA HIERBA

Con garganta de nieblas, cantaremos aún
sobre el árido cauce,
antes de trasponer el suelo erguido
de los gajos sin siega;

Y antes de atravesar enrojecido
campo de resonante estrella...

Pero, sangriento pie del abierto sendero,
al fin, sobre la fresca verdad fina,
-hierba plateada-,
te posaré!



PARA AQUEL QUE ES MI ABEJA

Aquel que tiene dentro de su garganta, días;
lleva bajo del párpado, el grano de las noches.

Aquel a quien perfila
clarín de recio brote,
luego se hace arpa fina,
miel resonante y lluvia de otoño.

Yo, estrella sin almohada, descanso en la ceniza!
Él duerme sobre marfiles
y su sueño es el trigo de la luna.

Su nuez es mi tormenta;
mi rencor, su guijarro que ahoga en la marea...
Y tú, hora profunda,
vienes de sus grandes colmenas.



(*) Vicente Basso Maglio. Montevideo 1889-1961. Poeta, dramaturgo, ensayista y periodista. Redactor de La Reforma, prosecretario de El Día y secretario de La Razón. Colaboró en revistas como Bohemia, La Cruz del Sur, La Pluma entre otras y fué fundador de radio El Espectador. En narrativa y poesía El diván y el espejo (1917), La canción de los pequeños círculos y de los grandes horizontes (1927), Antología poética (1958) y El azahar y la rosa (1962).

junio 21, 2010

2.

Nunca entendí a esos animales. Cruzaban todo el lomo del caballo para luego incorporarse nuevamente en su cuerpo. Siempre después de galopar -todas las mañanas- cuando el equino se echaba a cavilar sobre la luna y sus tobillos, los animales volvían a hacer la procesión. Luego regresaban al cuerpo. Un día el caballo abandonó el campo. Lo ataron en una carroza que llevaba hombres del color de la humedad. Esa tarde los animales salieron por un lagrimal del aquel bagual y caminaron desdeñosos por las ruedas de la diligencia. Después durmieron para siempre en el asfalto.

1.

Entre las piernas de la abuela bajaba la muerte y la veíamos desde el cuarto, tirados debajo de la cama. A mi hermana le salían aves de los ojos que recorrían la higuera y luego se metían en la enagua de la abuela que seguía tejiendo. Mis padres cenaban en una mesa que apuntaba hacia el cielo. El piso estaba repleto de escarabajos. Algunos se metían debajo de la cama y los comíamos temblando. Entonces mi hermana dejó de sacar pájaros por los ojos y me miró a mí:
- No sabía que la muerte era mujer. Por qué no la vamos a saludar en vez de escondernos.
Yo no le contesté. Sólo atrapé el último pájaro que se escapó de su ojo derecho. El gorrión estaba frío como la noche anterior. Me lo metí adentro del cuerpo y lo conservé toda una primavera. En el verano no vimos a la muerte. Una mañana el animal manó de mi boca, aleteando como el abanico que sostenía mi madre en aquel enero cuando enterraron a la abuela.

2. Sacro lobo

Estoy dispuesto a ladrar; la hemoglobina me rapa tanto... Voy a astillar mi rabia de destilar río abajo, con tu corriente, sacro lobo del dolor, con tu corriente. ¿Y la vida? ¿Qué queda? ¿Dónde meto la vida, lobo? ¿Quién quiere mis huesos, mis recuerdos? ¿Quién este pasado sin vivir, vida mía? Lobo del hambre del hombre. Hombre de mi no ser: me deshueso. Lluvia, tormenta, revólver, grutas en la boca de los iris, cielos atravesados por la lágrima, sueños de sangre y sal, cuevas de mi alter, míos, míos, míos, míos, míos, tuyos lobo-hombre-dolor. Clemencia, lobo. Clemencia.

1. Cuervos de la menopausia

¿Cuál es el problema de que el corazón nos abandone en el mar o que corra hacia el otro lado de nuestro inconsciente? Yo cargo la cruz de los días robados por los manuscritos y los diablos. Cuántas parodias al alma de los niños juegan en los juzgados. Tengo ganas de tomar un whisky con la muerte y escupírselo. Porque nada es más limpio que el dinero quemado con la baba de los ángeles y el amor tiene siempre las luces abiertas para cualquier abuelo del odio.
Tanta rabia en los huesos del río y los peces se comen el sol que no da naranjas. Yo los veo a los pájaros vistiendo a la luna de sexo y arañando a las víboras que sufren por arrastrar su viento hacia el sillón de los palacios. No hay nada en el conjunto. Todos deberíamos salir a pescar del otro lado del cielo. Me queda una forma de nacer y otra de morir que no la quiero gritar en secreto. Sepan sofistas de los puentes llenos de lágrimas: son cenizas sus pinturas de rock. No las cuelguen en los prados ni en los cementerios ni se la obliguen como caravanas a las niñas que pretenden ser sirenas. Porque la belleza no tiene un calibre en fiebre detrás de su continente, ni una carga de humo sobre la piel. Mucho menos la tiene sobre la columna de insectos que sostiene desde la falange a la noche. El mundo vino a acariciar su cristal como a la lengua de un mamut en celo. Quiero sus yeguas, sus amígdalas. Quiero que no miren más las uñas para jurar. Quiero que no confundan los bosques con la lágrima, las pesadillas con las hojas del sur, el amor con el amor. Sepan lo hoy: el cuerpo nunca fue a cenar con su silueta, ni la lluvia detuvo su arena sobre los árboles, su locura sobre los pájaros, su nido sobre la historia de los nidos. Habrá que empezar por creer en cada flor, desafiar las mentiras que agujaron en los labios de los ciervos, en las cuevas de mariposas, en la corteza de las guitarras.
Hay un final recién nacido en la bandeja que lleva la muerte. Son las manzanas desde el azul del dolor. Porque todos segregamos para criar luciérnagas, para sanar suelas de alquitrán. Gracias pez por acostarte en el cieno hacia el cielo. Gracias tripa por el hambre de los gusanos. Gracias larva bemol por el vuelo de tu huevo. Gracias cuervos de la menopausia. Gracias pasado del nunca y tu cajón.